Cuando hablamos de los pueblos indígenas siempre viene a la mente, la colonización de Latino América y todo continente americano. Hoy, leyendo el discurso del Presidente Evo Morales, me quedó emocionada. En este día que no tenemos mucho a celebrar, Evo ha dito todo que nosotros deberíamos ter dito en muchos años pasados. La situación de los indigenas esta muy mala, principalmente aquí en Brasil. Sus derechos no son respetados. Es necesário que toda la sociedad se levante y luche junto con los pueblos originários.Abajo el discurso estupendo del Presidente Evo Morales na ONU en Júlio de 2013-
Discurso de Evo Morales
Auí pues yo, Evo Morales, he venido a encontrar a los que
celebran el encuentro.
Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la
América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la
encontraron hace solo quinientos años.
Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es
bastante. Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa
para poder descubrir a los que me descubrieron. El hermano usurero europeo me
pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.
El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se
paga con intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin
pedirles consentimiento. Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar
pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel
sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el
año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones
de kilos de plata provenientes de América.
¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los
hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.
¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los
europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!
¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como
Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las
Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del
capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de
metales preciosos!
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de
plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos
amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería
presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a
exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.
Yo, Evo Morales, prefiero pensar en la menos ofensiva de
estas hipótesis.
Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el
inicio de un plan ‘MARSHALLTESUMA”, para garantizar la reconstrucción de la
bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos
musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros
logros superiores de la civilización.
Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito,
podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional,
responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente
adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?
Deploramos decir que no.
En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de
Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de
exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas
de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de una
moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de
independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata
que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.
Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton
Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos
obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses
que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.
Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarle a
nuestro hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30
por ciento de interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del
Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos
adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado solo
durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia.
Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés
compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su
deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras
elevadas a la potencia de 300. Es decir, un número para cuya expresión total,
serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del
planeta Tierra.
Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían,
calculadas en sangre?
Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar
riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir
su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos
del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan
a los indoamericanos.
Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que
discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a
cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de
Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda
histórica.
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