segunda-feira, 25 de março de 2013

Hugo y Simón...


                                                           foto  agregada por ALINE CASTRO

“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas. Esta vez es posible que se quiebre ese círculo.”

Rodolfo Walsh


Hugo y Simón, los nombres propios de los fundadores, de los libertadores, que la derecha intenta mancillar y expropiar, como lo hace con todas las cosas.

Ellos los dueños, los amos, quieren apoderarse de nuestros héroes, de nuestros mártires, quieren vaciarlos de significado y luego borrarlos de la memoria colectiva.

Las clases dominantes quieren decirnos quiénes eran Hugo y Simón. Ya empiezan a reconocer la huella de Hugo Chávez, como dijo el traidor jefe del comando de campaña del señorito de los apellidos.

Pero Hugo y Simón están inscritos en nuestro código ideológico y pronto cuando seamos hombres y mujeres liberados, estarán hasta en nuestros códigos genéticos. No podrán borrarlos.

Hugo nos acompañará, por ahora, desde el Cuartel de la Montaña. El mejor lugar de reposo de los restos inmortales del amado Comandante. El lugar en el que nació a la historia, en el que prometió enrumbar a la patria hacia destinos mejores, como la dejó enrumbada. Rodeado del pueblo del combativo 23 de enero, un bastión inexpugnable. Vigilando el palacio de Miraflores y dirigiendo desde la montaña los destinos de la Revolución. En el Cuartel de la Montaña, recordándonos las tareas pendientes, las que no logramos, por ahora.

Después, al lado de Simón. Cómo serán sus diálogos. Nuevos delirios sobre el Chimborazo. Desde allí nos hablarán juntos, Hugo y Simón, de un pájaro las dos alas.

Y nosotros escucharemos, leeremos nos empaparemos de sus enseñanzas y las transmitiremos como sus más esforzados discípulos.

Si les preguntáramos en este instante a Hugo y Simón: ¿Ahora qué hacemos? Sin duda nos responderían en una sola voz: ¡Vencer!



  

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